La masiva implantación de las redes sociales agrava , más aún si cabe , el complejo panorama de la propiedad intelectual de las imágenes .
Colgar una foto o un diseño en Twitter, Facebook, LinkedIn o cualquier otra red social implica poner las imágenes en el espacio publico que es internet donde controlar su uso resulta complicado. Hasta ahora los explotadores de imágenes venían tomando una postura indecisa sin atreverse a dar el paso decisivo de decir “ Todo lo que esta en las redes es mío y lo exploto”. Eso es , ni mas ni menos que lo que hizo Instagram cuando cambió los términos y condiciones de uso de su red y estableció que todos aquellos usuarios que continuasen teniendo cuenta en la red el día 16 de enero de 2013 se entendía que consentían la explotación de las imágenes por parte de la red.
¡Qué chollo!
Además del negocio tradicional que desarrollan con la publicidad etc, poder comerciar libremente con millones de imágenes cedidas gratuitamente por los usuarios. El negocio parecía que iba a ser espectacular. Sin embargo ,la reacción de la gente, lógica, desbarató sus planes. La mitad de los usuarios se dieron de baja ante la propuesta usuraria de la red de imágenes. Finalmente Instagram dio marcha atrás y sus términos y condiciones han vuelto a ser los mismos que antes de la modificación . Está claro que por usar una red social no estás consintiendo la explotación de una fotografía por parte de la red si no existe un consentimiento expreso y claro.
El otro asunto relacionado que comentamos ha sucedido en Twitter. Un fotógrafo Haitiano llamado David Morel realizó fotografías del terremoto de Haiti y las difundió por Twitter. Como consecuencia de lo que ocurre en esa red las fotografías fueron retwiteadas y llegaron a la Agencia AFP que distribuyo varias fotos a Getty Images, que a su vez vendió los derechos de dichas fotos a Washinton Post.. Otro ejemplo que nos muestra la capacidad defraudadora de estas empresas. A ellas les llega gratis y ellas las venden. Por fin un Tribunal de Distrito del Estado de Nueva York dio la razón al fotógrafo, al determinar que la distribución en una red social no da derecho a explora imágenes ajenas.
Lo cierto es que la capacidad defraudadora de estas empresas no conoce limite. El que no corre vuela.